Las vacunas que contienen thimerosal y que son la mayoría que se ponen a los niños, en muchos países de latinoamérica y se siguen poniendo en Estados Unidos son altamente dañinas.
Una gran parte de niños excreta el mercurio una vez que entra el organismo, pero otros que tienen momentáneamente su sistema inmunológico deprimido (ya sea porque estén resfriados o estén entrando o saliendo de un cuadro viral, sin síntomas evidentes) son afectados de forma criminal.
El hígado que es el órgano encargado de eliminar toxinas se colapsa y el mercurio no es eliminado, depositándose en los órganos, preferentemente en el cerebro. Una vez allí, bloquea el funcionamiento de los neurotransmisores, afectando el lenguaje y el desarrollo neurológico normal de los niños.
Consecuencia de ello es el alto número de niños con déficit tencional, hiperactividad y trastornos del lenguaje.
Los niños más agredidos por este metal pesado presentan todos los anteriores síntomas conformando un cuadro similar al autismo, que por tan similar se confunde con esta enfermedad.
Sin embargo, una gran parte de ellos van perdiendo el diagnostico por la plasticidad del cerebro y logran superar en mayor o menor medida las dificultades.
Lo peor es que las compañías farmacéuticas y laboratorios ven en las vacunas un millonario negocio y producir vacunas libres de thimerosal es muy caro, por tanto menos rentable.
A su vez, los organismos de salud prefieren vacunar a más niños por menos dinero, que proteger a los que sufren los efectos secundarios.
En Holanda y Suecia no hay ningún caso de niños con estos problemas porque el thimerosal está prohibido, en tanto sí hay como en los países autistas de origen genético.
En Estados unidos lo están prohibiendo de a poco, pero en los países en vías de desarrollo seguirán enfermando a sus pequeños, porque total es una minoría la que enferma frente a muchas vidas que se salvan con las inmunizaciones.
Una vez más se seguirá contaminando a los países pobres, y sus gobiernos aceptando estudios falsos que son pagados por los laboratorios farmacéuticos, los que desestiman el daño.
Evidencias hay de sobra, solo que a la industria farmaceutica no le conviene reconocerlo, ni a los gobiernos y autoridades de la salud tampoco les conviene politicamente.
Mientras tanto las familias de niños afectados gastan millonarias sumas para llevarles el tratamiento y no son cubiertos por el sistema de salud, ni las isapres ni los seguros (En CHILE).
En el año 2006 rebajaron el contenido de thimerosal, que absurdo si deberían eliminarlo totalmente.
Que algo sea dañino no significa que necesariariamente deba matarte, el daño de los metales pasados tambien causa otras enfermedades en el largo plazo.
¿Y por qué no todos enferman?
La respuesta es que como en todas las enfermedades depende de cuán fuerte o debil esté el sistema inmunológico, es por eso que no todos enferman.
Pero los seres humanos no somos un número, así sea uno el que enferma gravemente, no debería utilizarse ese metal como preservante de vacunas.
En Estados Unidos se sigue utilizando por presión de los laboratorios y estudios coludidos, uno de cada 100 niños enferma en Estados Unidos.
En Chile como siempre no hay estadísticas, pero los neurólogos y terapeutas de lenguaje tienen llenas las consultas y cobran un dineral.
En resumen tanto para los que causan la enfermedad como para los que la recuperan, estos niños son un verdadero negocio.
El mundo está loco de verdad!!